martes, 18 de mayo de 2010

Injustas realidades II.

Lunes 17 de Mayo.
Madrid. Cadena que vende salud y bienestar a 5 euros el zumo y 13 la ensalada.





3.16 p.m.: Pasada la hora punta el local se va vaciando y, por turnos, las empleadas se ponen a comer. Cuento siete. Siete empleadas. Todas mujeres, todas latinoamericanas.

3.24 p.m.: Llega el encargado del local. Sé que es el encargado porque empieza a comprobar datos en el ordenador de caja mientras pregunta a un par de ellas si fue tranquila la mañana. Apenas les mira a la cara. Sigue en el ordenador, imprime un par de extractos y se hace con un par de latas frías. Lo coge todo y desde lo lejos, con un gesto serio, se despide el encargado españolito que no es mujer, ni mucho menos sudamericana.

Y aquí se quedan ellas, vestidas todas iguales con ese ridículo uniforme de cofia naranja butano. Puedo verlas un par de mesas más allá, apurando la comida sin apenas ganas de hablar, cansadas de la mañana, de una mañana más... hartas de partirse la espalda ocho horas al día, seis días por semana, a cambio de los 624 cochinos euros que le permiten cada mes hacer jodidamente real su “sueño europeo”.

3. 58 p.m.: Nos levantamos y nos vemos. Así, sin ver para atrás. Porque así están las cosa, y -lo que es peor- así nos las comememos, sin tan siquiera la delicadeza de atragantarnos, al menos, de vez en cuando.

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